Los hombres que caminan;. Incesantes.
Siluetas en movimiento. Rostros tostados por un sol inclemente, ojos sin brillo. Cuerpos sudorosos.-Así si son los caminantes de la transpeninsular.
Estos son uno más de los misterios que cubren esta ruta que sube desde Cabo San Lucas hasta Tijuana.
Este camino tiene una longitud total de 1711 kilómetros. La mayor parte es de dos carriles, fue terminada en 1973. Su nombre oficial es «Carretera transpeninsular Benito Juárez»
Y sobre un extremo de ella en esta semana pasada se ubicaron cinco caminantes. Uno, un joven con desequilibrio mental, de entre 2O y 25 años en el tramo Cabo San Lucas- Migriño. El segundo en el Tramo Juncalito-Loreto. De unos cuarenta años de edad. Este carga un morral en su espalda. El tercero en el tramo Loreto Mulege. Este es joven, simpático. Me aceptó un par de burritos que llevaba de lonche. El cuarto en el teamo Guerrero -Cataviña. Este jala un pequeño carro de supermercado. La edad la calculo en unos cincuenta años de edad.
Y el último se llama Enrique 40 años de edad en La Paz. Este concluyó con éxito el recorrido total de esta vía.
Jadeos, quejidos, arrastrando viejos tenis o zapatos rotos ellos se deslizan sumergidos en sus mundos. Caminan, caminan. Y caminan.
¿ Porque lo hacen? Tratando de descifrar el enigma consulte a un experto en psicología Alejandrino De La Rosa. Y me dijo:Pues no creo que sea una conducta generalizada.
Añade Pues para algunos puede ser un reto, una aventura, una promesa hecha… Pero cada quien puede tener motivación muy personal. Y concluye: Hay más que lo hacen en bicicleta o con caballos, mulas o burros.
Ellos caminan. Y con ellos va el misterio de su proceder. No hablan. No se detienen. Afrontan todos los peligros. Unos mueren. Esos caminantes anónimos son parte de la carretera.
Nos acercamos a Enrique que concluyó su caminar aquí en La Paz. ¿ Porqué caminar? Lo hago por placer. Me gusta caminar sin parar. ¿ Cuáles son los principales peligros? No le piensa para dar la respuesta: Los traileros. Son un peligro. Después las bestias del monte. Hace días – comenta – intente descansar un poco bajo un puente. Preparando mi lecho, sentí la presencia de gatos monteses. Pretendían agredirme. Ya no descanse.
Otra pregunta ¿ Aparte de estos riesgos hay otros? Si los hay. Y es nuestra mente. Esta se abre ante el reto. Te platico: la Sierra castiga. Hay frío extremo. O calor que quema. No te queda otra más que seguirle. He pasado más de siete días sin parar. Y también la mente te pide que camines, que no te pares. Y yo obedezco.
Es la expresión del único que acepto hablar.
Me quedan interrogantes ¿ Que comen? ¿ Como se curan? ¿ Como les llegó este llamado al camino? De dónde vienen. Muchos vacíos en torno de ellos.
Mientras lo aclaro voy viéndoles caminar en silencio. Van hacia sus mundos, en donde viven y a los cuales retornan todos los días deslizándose sobre esa cinta negra, cinturón del diablo.
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