San Miguel de Comondú B CS 1950
A la sombra de un frondoso laurel de la india, Sentados en la banqueta del telégrafo, entre otros parroquianos se encontraban, El Pilaco, El Tomito y Reynaldo, recordando los usos y costumbres de las épocas pasadas.
El Pilaco dijo -Yo recuerdo, que cuando una mujer, no daba suficiente leche para alimentar a su criatura, la llevaban a amamantar con otra Señora recién parida para que le completara su dotación..
Afirma el Tomito,- es cierto,- decía mi papá que cuando yo nací, me llevaban con doña Andrea, la que vivía detrás de la loma. Por las “canoas” la huerta de Don Astolfo Murillo.
El Pilaco le dice. “ son mentiras tuyas Tomito, esa mujer nunca tuvo hijos,
El Tomito insiste -. “algo le he de haber sacado, como me mantuvo?”
Reynaldo comenta, – “ Y ahora, se puede uno pasear por todo Comondú y no hay quien le dé de mamar a uno.
En un estilo inspirado en los poemas de Margarito Ledesma, Virgilio Murillo consigue darnos flores y frutos de una sencillez aparente pero que guardan una profundidad inusitada, de placer y nostalgia sobre una época de oro en un lugar que Fernándo Jordán llamó, sin ambajes, el Shangrilá del otro México.
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suena interesante y revelador ese libro, igual tiene razon reynaldo..jeje