San Miguel de Comondú, B.C.S. (1918).
Lo trajo un amigo que venía del norte, con el fin de impresionar a los rancheros. Los más letrados decían que era un radio de “transistores”.
Se instaló en la tienda principal, lo sintonizó, le dio volumen, dispuesto a observar las reacciones de los nativos, muy pronto se “atiborró” la tienda de chiveros y campesinos, “arremolinándose” alrededor de aquel sofisticado artefacto.
Entre aquel tumulto se encontraba un mozalbete, huraño, tímido e inseguro.
El dueño del radio con el fin de hacerse notar, le ordena, con voz firme y altisonante —óyeme tú tú, tú de la camisa a cuadros, ven, ven, acércate, a este aparato, no le tengas miedo, no te va a hacer nada, háblale a tu mamá al rancho ándale, salúdala, dile que estas bien.
El chamaco indeciso y cauteloso, se abre paso por entre la chusma, se acerca al radio y le dice:
—¡ Oyes amá, vente, porque aquí anda un hiijuela chin.., que me quiere ver la cara de pend…!
Virgilio Murillo Pérpuli.
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