Los nublados
Los nublados que he visto en estos días, son esos mismos que recuerdo de los finales de año cuando era niño.
Es un nublado grisáceo no siempre confortable para los que suelen tener lastimada el alma.
Los nublados que he visto en estos días, son esos mismos que recuerdo de los finales de año cuando era niño.
Es un nublado grisáceo no siempre confortable para los que suelen tener lastimada el alma.
Yo no sé, bien a bien, qué sea un preinfarto ni mucho menos un infarto. Tampoco una Encefalopatía hepática ni mucho menos un blefaroespasmo.
Muchos otros más tampoco lo saben, pero las pronuncian como si lo supieran.
Cuando los veía salir hacia la tienda, con ese morral donde tintineaban dos envases de ballenas, sabíamos que ella había llegado.
Eran sus nietos y se trasladaban hacia el abarrotes El Perico para adquirir el elixir que le permitió vivir el día a día, como ella quiso y morir, tal vez cuando ella quiso.
Platicaba Chuy Manríquez, inolvidable amigo, que, en un pueblito no tan lejano de La Paz, los habitantes solían andar descalzos porque así era la costumbre o porque andaban más a gusto o porque se les daba la gana. Punto.
Y cuando, inusualmente, alguien rompía con esa tradición y calzaba ese par, casi nuevecitos, que guardaba desde hace tiempo en el ropero, eran tanta la sorpresa de los demás que de inmediato soltaban la pregunta: ¿traes gripa o vas pa’La Paz?
Ayer que desperté me vi al espejo y, por obvias razones que espantarían a cualquiera, me quedó más que claro que ya me urge un corte de cabello pero pues no se ha podido y me tengo que aguantar.
Este es el chaleco de Wyatt Earp que, como parte del traje que porto , me lo habia comprado miapa para que me amaneciera esa navidad.
Cuenta mi hermana mayor que él me lo puso y luego, muy orgulloso, me llevó a tomar esta foto a la casa de Los Palominos, los fotografos del barrio.
Fue cuando dijeron que se acabaría el mundo y todos nos íbamos a extinguir , menos las cucarachas.Al día siguiente nos reuniríamos para la despedida pero una noche antes recalamos en la llantera, y ahí seguían El Güero y el Lobo. Al Güero ya lo conocía, al Lobo , no . El Rogelio me lo presentó y ,en una de esas que fui al baño, le dijo que yo vivía en Sonora y que era el abogado de Mario Almada .
Recuerdo que, en una reunión decembrina de amigos de no hace mucho tiempo, alguien, de pronto, sugirió que hiciéramos una dinámica y que, ahí en donde estábamos en rueda, cada quien contara sus propósitos para el año que estaba por llegar. Yo no había bebido nada que me ayudara a soltar la lengua ni iba …
Yo no había bebido nada que me ayudara a soltar la lengua Leer más »
Llueve porque mi madre se acordó de mi y llora de gusto. Llueve y pienso en las madrugadas cuando la familia completa viajaba rumbo al sur. Llueve después de todo y, también antes de acordarme de mis amigos, de mi padre y de mi tía Maura , ya llovía.
Aquello no se podía dejar para otra ocasión, porque, esa noche , el final estaba por llegar,según lo habían anunciado los Mayas .
Gabino fue el que lo propuso y ese día, muy temprano, fuimos por él.