Mi papá se llamaba Ramón
Mi papá se llamaba Ramón, pero por un tiempo yo llegué a pensar que se llamaba “finado”. El primer apellido de mi mamá era Castro, pero por un tiempo yo llegué a pensar que se apellidaba “viuda”.
Mi papá se llamaba Ramón, pero por un tiempo yo llegué a pensar que se llamaba “finado”. El primer apellido de mi mamá era Castro, pero por un tiempo yo llegué a pensar que se apellidaba “viuda”.
Encino de leñosa madera, andante,
del norte llegaste a mi tierra,
con brazos erguidos cual gigante,
evocabas la vida de la sierra.
Me acuerdo de ti como en segmentos, como en apariciones, como si jugaras a ser una fantasma y solo me dejaras verte a ratos: en esa orilla de la cama, sentado y con tus manos apoyadas hacia atrás para agarrar aliento porque ese corazón ya estaba muy maltrecho.
Te veo también al frente de nosotros, entrando al internando de la escuela Normal Urbana donde trabajabas (hasta la fecha el olor a pasto húmedo, como el que ahí había, me hace recordarte).
Hoy recordé a mi viejo
y reflexioné,
¿Por qué sólo se le escribe a la madre,
cuándo se ha tenido también a un gran padre?;
entonces vinieron a mi mente
los primeros días de mi infancia,
cuándo el me llevaba al campo
de aquel gran Valle de Santo Domingo,
Era el año 1948. Y estamos en San Luis Potosí.
Juan Samuel Montelucas Charpas era un hombre de sangre negra. Cruel, sarracino. Y si le añadimos cobarde y cínico, no pasa nada. También lo fue. Hijo de Juan Montelucas, soldado desertor de San Luis Potosí y de Jassimine Charpa,prostituta húngara.
En días pasados, en las redes sociales circuló una fotografía donde fue captado un cazador con su presa: un borrego cimarrón. Obviamente que a todos nos causó y nos seguirá causando indignación ver tal aberración, pero más allá de la impresión que causa ver tales gráficas, el saber que aún en estos tiempos se efectúe tal tipo de cacería, nos asombra; además que esta actividad es considerada legal por las leyes ambientales mexicanas bajo el pretexto de brindarles protección a los mismos animales, esto por medio del otorgamiento de permisos para la cacería, y con el dinero recaudado por la venta de los llamados “cintillos”, que son unas tiras de papel engomado que en el remoto caso de que algún inspector de PROFEPA pesque al cazador con su pieza de caza, el cintillo justificará que la cacería es totalmente legal y asunto concluido.
Una de las características de la actividad de la política, es que las gestiones que con ella se realizan, no sólo benefician a un individuo, sino que es el equivalente a un apostolado en masa, porque una sola gestión puede beneficiar a familias y a un pueblo entero, de allí lo sublime de este oficio, cuando con altura de miras es visto desde esa perspectiva.
El tiempo es imperdonable/ no da vigor perdurable,
Mis cuernos se resecaron/ mis pezuñas se arriscaron,
Cada día estoy más pesado/ con dificultad camino.
Mas calma mi desatino/ un detalle siempre grato,
Ver patente mi retrato,/ es mi gran satisfacción,
Ver a mi generación/ de tal placer no me privo,
Es mi único incentivo.
Soy un toro abandonado/ que vive solo apartado,
Al fondo de una cañada/ escondido,acantilado,
Me aparté de la manada./ya no significo nada.