En estos días, en los que el miedo se nos enreda como mala hierba en los tallos de la nostalgia, en los que el temor amenaza arrinconarnos, como animal herido y solitario, en las fechas en que más necesitamos estar juntos, para curarnos entrambos o entre todos, las mataduras que nos han dejado sobre los cueros las batallas perdidas; en estos días en los que el frío viene más de adentro que de afuera, en los que estamos mancos del alma por los que se nos fueron para siempre, con la boca y los ojos abiertos por el miedo; en estos días en los que las ganas de dar nos brotan como enredaderas y en los que viajamos atravesando el mar como incansables golondrinas solo para estar cerca de los que estamos lejos.
En estos días y en estas tardes, en los que deambulamos como hormigas con el espíritu navideño a flor de piel, buscando, con el brillo de la ansiedad en el espejo de los ojos, algo que dar, algo que llevar, a los que hoy no estarán en la casa con nosotros; en estos días y en estas noches, en que nos disparan a bocajarro la luces, el olor a pino, las tonaditas melancólicas, las gentes que se mueven como sombras abrazados unos a otros, tomados de la mano, descubriendo entusiasmados, en las vidrieras de los escaparates, el regalo que por primera vez no queremos para nosotros mismos sino para alguien que esta noche estará en otro lugar, cerca o lejos, provisional o para siempre, posible o imposible, qué sé yo.
En estos días en que notamos ahora sí al mendigo que te extiende la mano mientras te mira con angustia, al drogadicto tirado sobre las baldosas de una plaza cualquiera, con la mirada perdida, en búsqueda de un sueño y de una ilusión que a veces alcanza unos minutos, en los saltimbanquis que brincan eufóricos frente a tu auto para conseguir unas monedas, a los que no notamos en otros días y en otros tiempos, pues.
En esta horas, en que necesitábamos sentir que estamos vivos, juntos, solidarios, bienqueridos, correspondidos en este amor desbordado, incontenible.
En estos días, en estas tardes, en estas noches y en estas horas en que ahora nos prometeremos a solas todos los imposibles que en otras ocasiones nos prometemos sin cumplir, va nuestra enorme e indeclinable fe que todo será mejor, que todo lo venceremos, que todos seremos capaces de sortear los imposibles hasta convertirlos en posibles, en reales, en valederos, y que entonces, nos podremos dar sin reservas, sin miedos, sin resquemores, el abrazo que hace ya tanto tiempo dejamos de darnos una hora cualquiera, en un día cualquiera…
Así será…Puro Pa’Delante.
¡Felices fiestas!
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