Comondú B C S 1970. RECALENTADO.
Aquel fatídico día, a Chemo se le vio subir la cuesta pedregosa y empinada, machete y chicote al cinto, a traer leña de palo fierro, quien habría de pensar que ese día le resultaría tan fatal, que ya de regreso con su preciada carga al hombro, al sentarse de espaldas a una enorme biznaga, quedó enganchado a sus espinas curvas y resistentes, inmovilizado, sin poderse levantar.
Dada su falta de energía a su avanzada edad, no logró zafarse, y así se pasó esa tarde y toda la noche, soportando, la sed, el hambre, los piquetes de zancudos y el aullar de los coyotes “en brama”, que merodeaban el entorno entre aquellos inhóspitos pedregales.
Desfallecido y entre sueños recuerda que vio llegar a caballo, unos Ángeles alados que venían a su rescate, se trataba de unos buenos vecinos que al ver que ya era noche y no regresaba, de madrugada, ensillaron sus mulas y salieron a buscarlo.
Al amanecer lo encontraron agonizante, lo desengancharon de la chocarrera biznaga, le dieron a beber agua y unos dátiles y prestos se lo trajeron, a su añorado jacal.
Cuentan , que esa tarde, lo “divisaron” “atizando” las hornillas, para prepararse un café, haciendo alarde a sus 90 años, de la admirable resistencia de un legítimo Comundeño, de la etnia “Cochimí” nacido en las faldas de la sierra de la giganta.
Virgilio Murillo Pérpuli
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