Un Cota solitario
Después de una noche de mareo debido al movimiento del ferry y con un trozo de Rosca de Reyes amenazando salirse de mi estómago, llegó el amanecer de aquel 6 de enero de 1978 y lo hizo, reflejando el azul hermosísimo del mar que nos rodeaba. En los costados del barco los delfines nadaban como si estuvieran escoltándonos.