Un traslado urgente
El reloj daba las 5. A M., Mi Señora Ene. cuidaba a su hermano Jesús en un hospital de Celaya. Y yo, en mi casa presto a repartir los pedidos, en mi camioneta, en esto Timbra el teléfono, Mi Señora al habla dice así.
El reloj daba las 5. A M., Mi Señora Ene. cuidaba a su hermano Jesús en un hospital de Celaya. Y yo, en mi casa presto a repartir los pedidos, en mi camioneta, en esto Timbra el teléfono, Mi Señora al habla dice así.
En la “bola”, buen soldado
de estatura limitada,
Valiente y muy arriesgado,
relataba sus hazañas,
Aquel fatídico día, a Chemo se le vio subir la cuesta pedregosa y enpinada, machete y chicote al cinto, a traer leña de palo fierro, quien había de pensar que ese día le resultaría tan fatal, que ya de regreso con su preciada carga al hombro, al sentarse de espaldas a una enorme biznaga, quedó enganchado a sus espinas curvas y resistentes, inmovilizado, sin poderse levantar.
En mis años mozos, me resulta una caries, que me hace perder dos de mis dientes, Y mis padres, sin recursos para llevarme a la Paz al dentista.
Esa situación, me ocasionó una profunda depresión con una severa baja autoestima que se veía reflejada en la manifiesta impotencia de mis padres al no poder costear tan urgente y apremiante prótesis.
En la década de 1940, un candidato, citó a una junta en la Delegación, con la promesa de ponerle pavimento al camino del pueblo, a cambio de que los huerteros pusieran la mano de obra y el gobierno se comprometía a autorizar el presupuesto.