Evocaciones de Sudcalifornia

Zapata

Zapata - Omar Castro

Parafraseando al Caudillo del Sur, Emiliano Zapata, decía que, si querías llegar a la cima, solo había dos formas; volando como las águilas o reptando como los gusanos.

Si optabas por la segunda, decía que no gritaras cuando te aplastaran.

Volar como las águilas, es tener altura de miras, haciendo del horizonte una línea más amplia, más grande, anchurosa, pues.

Es tener principios, convicciones, una fuerte formación ideológica, experiencia de vida y de trabajo, honestos, dignos, sin dobleces, pues.

Es tener respeto y amor al prójimo, sobre todo, con el más desvalido, con el pobre, con el marginado.
Es traer en las alforjas, años de lucha acumulados, esos que se traducen en congruencia y solidaridad.

Reconocerse en el origen, en la raíz, en los más altos valores heredados de la familia, sin renegar de la modesta cuna, como aquellos cacaixtles que pendían de las vigas que sostenían el techo de palma de aquellas casas precarias que cobijaban una infancia feliz. Es crecer, nutrirse, transformarse para transformar, pues.

Reptar, como el gusano, es querer llegar atropellando, mintiendo, medrando a costa de los demás, despojando, traicionando; sin asideros éticos e ideológicos, y solo guiados por el oportunismo y la ambición.

Cuando se arrastran, como el gusano, van dejando a su paso, una baba nauseabunda de desconfianzas, engaños, puñaladas traperas, grilla barata pero no menos costosa, frivolidad, soberbia, impostura, sofismas goebbelianos, y amantes de la parafernalia engañabobos.

El águila, como el cóndor y el albatros, vuela lejos y vuela alto; los hombres que alzan el vuelo, persiguen su utopía, sus sueños y sus anhelos, que son comunes a su gente, a su pueblo, de donde vienen y de donde son.
Los que se arrastran, como los gusanos, son sujetos venales que se deslumbran con el brillo del oro y lo persiguen como los insectos al fuego, terminando calcinados.

Bien decía Zapata, no griten cuando sean aplastados…


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