«Doña, doña, lleva prisa?» me salió al paso un hombronazo como de unonoventa, moreno con bigotes y una gorra, ahí nomas entrando al super, yo, (mal) pensé este señor quiere que le cambie sus vales por dinero en efectivo o algo así, o quiere que le explique como funciona el canjeo de puntos por ollas «la verdad si, discúlpeme voy por algo a mi carro» le dije sin detenerme siquiera porque efectivamente, llevaba prisa, había dejado mi bolsa en el carro y como siempre lo dejo abierto, camelé que solo agarré el monedero ya cuando estaba dentro del establecimiento y de ahí mismo de la entrada me regresé en frieguiza.
Normalmente si me paro y ayudo pero el aspecto rudo del señor me intimidó, la verdad. Cuando volví a entrar lo encontré parado enfrente del estante donde venden las flores, parecía un oso parado enfrente de un campo de margaritas, me fui derecho a donde estaba y le dije, » a ver amigo ahora si dígame, en que le puedo ayudar», volteó y vi sus manazas con las uñas llenas de aceite, su pantalón no cantaba mal las rancheras tampoco, señalándome unos ramos «Quiero que me diga cuales flores son más bonitas, me pelié (literal) con mi mujer, y no se si las rosas rojas o estas naranjitas, me ayuden a componer el asunto, por eso cuando la vi entrar dije esa señora tiene cara que le gustan las flores y ella me va ayudar, ya ve como es uno de hombre, a veces pierde la paciencia, pero yo quiero mucho a mi vieja y quiero pedirle perdón, pero yo de esto no se nada». Derretida en el piso de la ternura le dije, «estás, duran más y tienen colores más bonitos, las rosas de aquí no huelen porque son congeladas y escríbale algo bonito a su señora, una tarjeta o una cartita y se la pone dentro del ramo, las flores se van a marchitar y las va tirar pero si le escribe un versito, ese lo va guardar por mucho tiempo».
La cara del Señor Mecánico, se iluminó. «Ah!» dijo tronando el dedo pulgar con el del en-medio de su mano derecha, en un gesto espontaneo de contento, (como cuando a uno le dejan una tarea que si sabe hacer y además muy bien). «Mire, doña, sabe que? (pareso )si soy bueno, si yo tocaba el acordeón, a la chingada las flores, le voy a escribir mejor una canción»… y diciendo esto, se despidió y me dejó ahí , con los dos ramos en la mano. Así fue como mi gran sonrisa y yo pudimos por fin continuar el camino hacia donde venden los bolillos y el jamón.
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