Por si estaban con el pendiente, les quiero decir, antes que nada, que “Zorba” significa “aquel que vive cada día”.
Y sí, obviamente, la palabra es de origen griego.
Desde luego que estoy haciendo referencia a esa película que me gusta mucho, basada en la novela Vida y aventuras de Alexis Zorbas de Nikos Kazantzakis.
Con la participación de Anthony Quinn, como protagonista, la historia narra el conflicto existente entre los dos personajes protagónicos, Zorba y Basil, quienes simbolizan el vetusto conflicto humano entre la pasión y la razón, una Incompatibilidad que, al menos para mí, no existe.
Ya en 1982 el filósofo y escritor español de origen uruguayo, Carlos Gurmendez había cuestionado a quienes siempre han querido divorciar a una y a otra expresión, rebatiendo toda idea que pretende dividirnos en “racionalistas fríos y apasionados delirantes”.
Nada más falso que esta oposición dramática, dijo y ahora yo me cuelgo de alegato, “pues crea una ruptura de la unidad real del hombre. La antinomia pasión-razón, que suscita batallas dialécticas entre racionalistas e irracionalistas, también opone la razón y la fe”.
No sé si don Carlos tenía la razón o era muy pasional, pero yo estoy de acuerdo con él.
Thomas Hobbes, otro lobo en estos de filosofar, al respecto decía que todos los humanos son por naturaleza iguales en facultades físicas y psicológicas. Las pasiones son el principio del movimiento en los hombres y que el pensamiento está a su servicio.
Entiendo que lo que él quería decir es que pasión y razón eran un complemento, ingredientes que , sumados ,como un eslabón inseparable, nos daban significado y nos volvíamos plenitud.
Digo que eso entiendo, no que eso exactamente dijo. Quizá yo no tenga razón y agarré monte, apasionadamente, haciendo de la obra de don Tommy, un enredo. Sin embargo, haya dicho lo que haya dicho, yo no concibo a un ser humano , a una persona, a un hombre o una mujer, cien por ciento pasión y cero razón o viceversa.
Reconozco que mi análisis es muy básico, por encimita nada más pero no olviden que los filósofos son ellos —Don Charly y Don Tommy— yo no, simplemente elucubro sobre un tema que aborda ese libro, y luego esa película que me parece extraordinaria.
El propio Nikos Kazantzakis no creo que haya sido todo pasión y nada razón. Al revés, tampoco. Es cierto: escribió poemas, novelas, ensayos, obras de teatro y libros de viaje y posiblemente, fue el escritor y filósofo griego más importante del siglo XX.
Eso pudiera retratarlo como un hombre que no entendía de razones y era pura pasión. Su cara enjuta y sus lentes gruesos, negros no me dice mucho pero su obra es material indiciario para considerar que era más apasionado que Agustín Lara o que el mismo Tom{as Boy en un juego de semifinales.
Pero resulta que el señor, quien por cierto era abogado, en 1917 y le daba por leer nada más y nada menos que a Nietzsche, conoció a Georges Zorbas, el cual inspiraría al personaje de su novela y explotó con él una mina en la región griega de Mani que Nikos había comprado con la herencia de un tío paterno, lo que me lleva a considerar que tuvo que usar la razón para planear y emprender ese proyecto, por más que la experiencia terminó en un rotundo fracaso económico y tuvieron que cerrar la explotación.
Aquí no sé si les faltó pasión o no razonaron mucho al momento de hacer los estudios de mercado. Pero de que daba señales de contar esas dos expresiones humanas, la daba .
Esta retrospectiva pudiera hacerse en mis camaradas Carlos Gurmendez y Thomas Hobbes y apuesto doble contra sencillo que así como le entraban mucho a la pensada y a la reflexión , también sabían poner en práctica su corazoncito como Zorba hizo posible que Basil lo pusiera y agarraran la bailada con esa cancioncita que todos conocemos.
Yo no sé si soy muy apasionado o tengo razón, pero es que la película en sí anima a cualquiera, como animó a ese personaje, gracias al trabajo que en él hizo don Zorba, después de haberse encontrado en el camino a Greta.
Tan anima (no hay que olvidar que “Zorba” significa “aquel que vive cada día”) que una vez unos amigos entre los que se encontraba el que esto escribe , luego de unos alipuses para atenuar el frío que nos calaba los huesos, pasamos del asador al patio de piso rústico, ahí donde está una cancha de gratos recuerdos y entrelazando nuestros brazos, dimos inicio a esa danza al lento ritmo de unas cuerdas.
Porque hay que vivir cada día.
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