Evocaciones de Sudcalifornia

Pesca y vértigo

Desde hace años padezco vértigo –un mal que a nadie le deseo– derivado de serios problemas auditivos que sufro (tímpanos reventados), así que no puedo agacharme bruscamente, voltear repentinamente, moverme violentamente o subir de golpe e incluso ver fijamente algún punto en el horizonte, con facilidad pierdo el equilibrio y me provoca vértigo, que es lo peor, tengo muchos amigos pescadores que seguido me invitan a pescar, a revisar donde tienden las redes o sencillamente conocer zonas donde pescan y siempre desisto sus invitaciones precisamente por mis problemas, sin embargo en una ocasión me agarraron en frío y me subí a una panga de 22 pies porque el agua –mar– estaba como un espejo, iban a tirarle a las garropas en el pacifico, me olvide del vértigo y ¡Fierros! pa’ las garropas.

La salida fue en La Ventonita con dos viejos y experimentados pescadores amigos, Manuel Meza QEPD y yo, romper las primeras olas que vienen a morir en la playa así como varar las pangas es un pedo, claro para ellos –pescadores– es cosa de todos los días, el agua estaba como espejo así que los primeros minutos resultaron placenteros, rompiendo el agua con la quilla de la panga sin dejar de echar anzuelos, qué un pargo, qué una vaqueta, qué un conchito se escuchaba a bordo mientras el sol tomaba fuerzas desde el horizonte rompiendo una gruesa cortina de niebla y bruma, día agradable y con muy buenos augurios que tendríamos buenas mares y mejores vientos, en menos de una hora ya se habían llenado dos taras de pescado, buen pescado, y todavía faltaba por revisar y levantar las redes, el día era prometedor.

Conocedores donde hay bajos y piedras, de inmediato soltaron el ancla y a tirar anzuelos y darle trabajo a dos cañas viejas, comenzada a entrar un poco de viento y brisa y la panga de vez en cuando se “zangoloteaba”, empezaron a subir tunas, muy buenas tunas y las garropas estaban “picando” pidiendo carnada, la emoción me hizo olvidar el vértigo por un rato, en una de esas se escucha el llorido del carrete de una de las cañas y darle línea; garropa o tuna, y a pelear desde la panga, darle a la derecha, pa’ tras, tender la línea y no tensarla etc., una hora peleando con una tuna de más de 60 kilos, el pedo fue al subirla después de arponearla con un gancho, Manuel Meza por la misma emoción y de acomedido se para en la orilla de la panga por donde subirían la tuna, se resbala y cae al agua, en cuanto cae salta un tiburón a dos metros de donde había caído, quedamos apanicados gritándole ¡Manuel!, ¡Manuel! ¡El tiburón! Mientras le tirábamos mecates y salvavidas, el tiburón salta de nuevo más cerca de Manuel donde andaba aboyado –el tiburón venía tras la tuna– y justo en ese momento logramos subirlo a la panga no sin antes correr el grave riesgo de voltearnos con todo y panga.

Tres taras de pescado cochitos, pargos, vaquetas, huachinangos etc., cinco tunas de buen tamaño y cuatro garropas –una de más de 60 kilos– completaron la marea, buena marea de cinco horas en el agua, con amenazas siempre de vértigo que unos ricos filetes de garropa frita con ajo y orégano, frijol seco y tortillas de harina recién salidas del comal colmaron mis miedos espantando toda las preocupación por el maldito vértigo, mal que a nadie le deseo; es la última vez que recuerde que me subo a una panga y creo que será la última vez que lo haga, sufrir de vértigo es otra cosa y no vale la pena buscarle así sean buenas mareas y mejores vientos, por fortuna en uno de los mi hobbys favoritos que es el de caminar en el monte no corro tantos riesgos y eso depende mucho de mí excepto por algún accidente o improvisto, fuera de ahí cualquier mal momento es llevadero.

De esto hace más de veinte años, el buen Manuel Meza murió en 2005, relativamente joven, buen venadero y mejor amigo, quien en esa ocasión estuvo a punto de ser devorado por un tiburón ¡Vaya miedo que pasamos!, justo en una de mis andanzas de las que hoy solo el recuerdo quedan; hoy que veo correr el tiempo desde la ventana de mi recámara viendo o tratando de entender el mundo a través de la televisión y los medios, me resulta medianamente satisfactorio compartir con ustedes desde mi voluntario encierro aquellos inolvidables tiempos que no volverán, que tengan un feliz y productivo día. ¡Qué Tal!

Para cualquier comentario, duda o aclaración, diríjase a victoroctaviobcs@hotmail.com

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Victor Octavio García Castro
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