Thomas Alva Edison, a quien, para efectos de esta entrega, llamaremos Don Tommy I, dijo alguna vez que nada había logrado por casualidad, ni ninguno de sus inventos había llegado por accidente; llegaron por el trabajo, sentenció.
Como a los biógrafos les da por dejar la víbora chillando, pues nomás citan la frase, pero nunca dicen dónde, cómo y cuándo la dijeron los autores, supondré que esta de Don Tommy I, la acuñó una mañana de lluvia o en una entrevista que le hacían de banquetazo y no tenía otra cosa que decir o, fue en un momento de desesperación, cuando unos mediocres científicos, venidos a maleantes, lo pudieron haber secuestrado para que soltara toda la sopa con respecto la clave de sus inventos, mientras lo torturaban, sin tenerle compasión, bajo la tenue luz de una lámpara incandescente .
No sé, pero me lo imagino.
Lo que quería decir el llamado mago de Menlo Park, es que nada se consigue improvisando o nomás porque sí y que todo es fruto de la suma del esfuerzo diario en la disciplina, en la ciencia o en el oficio que quieras.
Lo que no se consigue así, nos lo pudiera explicar otro Tomás, el de apellido de Iriarte y Nieves Ravelo, a quien identificaremos como don Tommy II es decir, Tomás de Iriarte y su burro flautista, el personaje de la fábula que nos enseña que todos, alguna vez, hacemos las cosas bien sin pretenderlo, pero que lo realmente importante es intentar aprender lo que nos propongamos poniendo verdadero interés y pasión en ello.
Sin reglas del arte
Borriquitos hay
Que una vez aciertan
Por casualidad.
Don Tommy I fue un inventor prolífico que registró 1,093 patentes a su nombre en Estados Unidos, aparte de otras en Reino Unido, Francia y Alemania. Pero más importante que sus muchas patentes fue el amplio impacto que tuvieron algunas de sus invenciones: la luz eléctrica y el suministro público de electricidad, la grabación de sonido y la cinematografía se convirtieron en nuevas y poderosas industrias en todo el mundo.
Don Tommy II, se reconoció como fabulista, traductor, dramaturgo y poeta español de la Ilustración y el neoclasicismo, fue también músico aficionado, hermano de los diplomáticos Bernardo de Iriarte y Domingo de Iriarte y sobrino del humanista, bibliógrafo y poeta Juan de Iriarte.
Ambos pues, cada uno en sus respectivas habilidades, fueron unas chuchas cuereras y no queda mas que admirarlos, porque se entregaron a lo que sabían hacer y lo que hicieron, lo hicieron bien, tanto así que se han vuelto inmortales.
Pero bueno, si inventor o inventora es la persona que idea, crea, concibe, construye o desarrolla algo que no existía antes, México entonces no puede quedarse atrás en cuanto a esos perfiles que describe Don Tommy I y tan no puede que 17 de febrero es considerado el Día del Inventor Mexicano, estableciéndose, precisamente, en honor al natalicio de Guillermo González Camarena, quien logró uno de los inventos de mayor trascendencia mundial: el sistema para transmitir la señal de televisión a colores.
¡Vóitelas!
Y no fue casualidad. Don Memo, nacido en Guadalajara, Jalisco; en 1917 fue, entre tantas cosas, un científico, investigador, ingeniero y, claro inventor, hasta que el 18 de abril de 1965, cuando regresaba de inspeccionar el transmisor repetidor del Canal 5 en el cerro de Las Lajas, Veracruz, para extender la señal de la red de televisión generada en la Ciudad de México hacia esa región oriental del país, encontró la muerte a sus 48 años de edad en un accidente automovilístico.
¡Válgame Dios!
Para fortuna, este país no se quedó huérfano en ese momento ni para siempre, en materia de invenciones, ya que tuvimos y hemos seguido teniendo a más de uno y una que han sido exitosos en materia de invenciones .
Por los hombres tenemos, por ejemplo a Ignacio Anaya García, Isidro López Zertuche, Heberto Castillo, Juan Celada Salmón y Víctor Celorio.
Por las mujeres, citaríamos a Silvia Torres- Peimbert, Isaura Meza, Victoria Chagoya, Mayra de la Torre, y Alejandra Bravo.
Qué hicieron cada uno de ellos y ellas, ya será cuestión de que ustedes se interesen en saberlo, yo sólo quise cumplir con la paridad de género, trayendo a la palestra a este grupo y aprendiendo lo que hasta ahora no sabía, pues tengo miendo que el fantasma de don Tommy I, venga a la noche cuando esté dormido y me jale las patas por asno.
Bueno, les ayudaré con dos nada más: Ignacio Anaya García y Isidro López Zertuche. El primero era de Chihuahua y fue un cocinero mexicano, creador de los famosos nachos, comida que ha alcanzado enorme éxito y popularidad en todo el mundo. El segundo es el culpable de la existencia de las motos Islo (Is de Isidro, Lo de Lopez: Islo) y se encargó de fundar, en Saltillo, la primera fábrica de motocicletas de toda Latinoamérica.
Sobre los émulos del animal que creó don Tommy II, deben de ser bastantes pero hasta ahora nadie se ha dedicado a registrar un padrón, en ninguna rama. Ni en la medicina, ni en la música, ni en gastronomía, ni en la literatura, ni en la ingeniería, ni en la abogacía, ni en la política pero de que hay borricos que, de pronto tocan la flauta de pura chiripa, los hay.
Esos, contrario a lo que alegaba para sí don Tommy I, sí han llegado a la cúspide donde están, por accidente o por mera casualidad y, de pronto, descobijados por la realidad, ya no hayan qué inventar.
Pueden inventar esa malísima salsa que hay desde tiempos inmemorables en las pizzerías y nada más. También puede ocurrírseles ese desquiciante sistema de llamadas que tienen algunas instancias, donde si quieres que te conteste tal o cual, te pide que marques uno, si quieres que te contesten esos otros, marque dos, o tres o cuatro o cinco o seis y así hasta el infinito hasta que tengas vida o se te acabe la paciencia como a ustedes se les está acabando ahorita, leyendo esto.
Pero no se desalienten que, pese a todo, lo hecho en México, está bien hecho.
Mal estaría que inventáramos, a diario, pelucas para gatos, anticonceptivos para tortugas, cubrebocas para serpientes o ridículos pretextos.
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