Para poder quedarte conmigo vas a intentarlo todo.
Primero me hablarás suavemente al oído y me dirás que tú y yo somos uno solo en esta vida y me pedirás que piense que siempre lo hemos sido.
Luego, con el mismo tono de voz, me pedirás que haga un recuento de todo lo bueno que trajiste a mi vida, de las cosas que yo te pedí y que tú me entregaste sin reservas.
Me dirás que me diste seguridad, bienestar, esperanza de un futuro mejor, que me protegiste de todo daño y todo mal.
Me repetirás una y otra vez que no quieres perderme, que no me deje llevar por mis instintos y mis sentimientos; que tú eres mejor que todo lo demás, que estás por arriba del promedio de lo que yo pudiera requerir.
Luego te desesperarás ante mi silencio soledoso, un silencio que te estirará el miedo como si fuese una sombra por la tarde.
Luego gritarás, como lo has hecho siempre, manotearás en el aire como si quisieras espantar los fantasmas del miedo y el temor; me pintarás escenarios de soledad sin ti, de tardes calurosas con hambre y sed, de noches con tu ausencia más helada que el frío. Pretenderás asustarme, como siempre.
Brincarás, gesticularás , alzarás la voz como si fueras merolico en carnaval porteño, me amenazarás al fin de cuentas. Luego te derrumbarás sobre el sillón y me mirarás profundamente.
En silencio me investigarás inquisitoriamente, con tu mirada enrojecida, con tu coraje contenido. Buscarás una respuesta en mi rostro impasible, querrás hallar a alguien que sea culpable de mi desamor y mi desprecio y luego te imaginarás encontrarlo sin respuesta.
Culparás a cualquiera que crees conocer, que adivinas; le achacarás todas las artimañas del mundo que pudo utilizar para convencerme que te deje, falsas promesas, dirás, con despecho, que me fueron atrapando como un pez en la red; pero yo sólo te diré que fuiste tú.
Cuando viste que me tenías, entonces te encerraste en tu oficina, sin hablarme, pensando sólo enriquecerte cada vez más, sin importar a quién o a cuántos hacías daño sin querer o queriéndolo. Te alejaste de todo cuanto prometiste hacer para nosotros y te fuiste perdiendo en un mundo fútil, hueco, vano, intrascendente.
Te fuiste haciendo de amistades siniestras cuya filosofía de la vida era solo el provecho personal, y yo me fui quedando, en el último peldaño de tu vida.
Ahora me pides que aguante un poco más, que todo será mejor, que nuestra relación pasará al siguiente nivel donde prometes y prometes.
La verdad es que desde hace tiempo que me fui yendo poco a poco; que fui preparando mis maletas; que fui trazando la ruta de escape y de salida con mucho tiempo ya. La verdad es que no hallaba la razón ni el tiempo ni el pretexto, hasta que caí en cuenta que la razón, que el tiempo era tan sólo yo, solo yo, yo solamente.
Este domingo te voy a dejar para siempre, en una mañana suave en que mi liberación se escuchará como canción sin miedo, que sonará como risa insurgente de pueblo levantado, como una buena nueva para mi vida y la de todos.
Este domingo voy a dejarte para siempre.
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