Hay historias que entretejen nuestras vidas, algunos son hermanos de sangre y otros de aventuras, habemos quienes jamás echamos raíces y otros que vamos dejando semilla por dónde pasamos. No cabe duda que Dios es sabio y nos deja ver sus bondades.
Así me ha pasado en días recientes que ni siquiera atinaba a ver más allá de mi nariz, ha llegado Chabela mami a hacerme la invitación de venir a ésta su casa y de pronto no tuve ánimo, me bastó un día para que volvieran a decirme que me esperaban y vine, aquí estoy, aquí viví días inolvidables y aterricé, vi un mañana cada día sentada en esas jardineras llenas de matices , sillas llenas de conversaciones, de carrilla, de angustia y de esperanza.
A ésta casa llegaron todos, nadie hizo aspavientos, todos traían algo en sus manos igualito que en las bodas de Cana, elotes, higos, mangos, pan, pastel, tamarindos, pitahayas, así uno y otro llega y tiende una mano amiga y allí, en esa casa se yergue inquieta una matriarca llena de bondades y con el corazón más grande que conozco, ella abrió la puerta de ésta casa para mí y los míos, me cuidó y mimó. A su diestra están todos sus hijos y uno a uno desfilaban para hacernos más llevaderos aquellos minutos que como magia se fueron.
Gracias Chabela mami, Elia, Olivia, china, Marcos ,Cuisi, Omar, Alejandro, gracias porque me hicieron sentir importante y protegida, porque un solo abrazo bastó para apaciguar mi corazón. Sé que se desbordaron porque esa es su esencia, porque esto siempre ha sido así. Voy a volver, con el favor de Dios he de volver…
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