Evocaciones de Sudcalifornia

El Potrero

En 1994, emparentado con la familia del Ing. Francisco “Pompa” Domínguez QEPD y doña Aida Castro QEPD, conociendo mi afición de “andariego” me insistieron que “juera” a conocer su rancho, “El Potrero”, ubicado en la zona de San Venancio, al pie de la sierra, hecho y dicho armé una salida, invite a mi  suegro “Panchito” Martínez, acababa de comprarle un pick up a don Roberto Talamantes QEPD, un Dodge modelo 1992, doble tracción, estándar, con aire acondicionado, un precioso pick up, subí sobre el respaldo del asiento una carabina 30/30 y media caja de cartuchos útiles, recuerdo que salimos muy temprano con la idea de regresar ese mismo día, llevábamos “lonchi” de desayuno para no perder tiempo en el camino, yo llevaba todo el tiempo del mundo, mi suegro era el desesperado, arribamos temprano a la casa donde vivían los que cuidaban el rancho; desde que entré la zona del rancho totalmente cercado me gusto el terreno, terreno muy parecido al de mi tierra, recuerdo que pasamos por un bosque de encinos donde vimos varios “cochis” mesteños comiendo bellotas, era un mes de diciembre, ni siquiera intenté “tenderle” la 30/30, primero preguntaría de quién eran y ya después decidiría, así que lo primero que pregunté al llegar al rancho fue por los malditos “cochis”, “son “cochis” mesteños, si trae arma llévese uno o dos, no hay problema” me dijeron, me hicieron la recomendación de que si en caso mataba uno no fuera a querer quitarle las lonjas como a los demás “cochis”, es muy duro el pelo y no tienen manteca, sáquele las lonjas como si fuera el cuero de una res, la carne es la que se aprovecha, me dijeron.

Nos invitaron a desayunar solo aceptamos café, ya habíamos comido en el camino, uno de los rancheros se ofreció llevarnos donde había una poza de agua dulce, dentro del terreno del rancho en la zona de San Venancio, al pie de la sierra, “hay langostinos, con suerte podemos agarrar”, nos dijo, la poza quedaba relativamente cerca de la casa de los rancheros, quizás unos trescientos metros, antes de agarrar la brecha en dirección a la poza, una casa rústica con todos los servicios, casa que el Ing. Domínguez le regaló a Alberto Alvarado que ocasionalmente visitaba siendo gobernador, la brecha iba bordeando la ladera del arroyo hasta llegar a la poza de agua dulce, la poza llena de agua con muchos vástagos de palma seca adentro, el ranchero sacó un pedazo de red camaronera y la echo al agua, en el primer tarrayazo sacó varios langostinos, después tomé turno para hacer lo mismo, llevábamos más o menos cuatro kilos de langostinos cuando de pronto nos sorprendió un toro mesteño, el ranchero y mi suegro corrieron pal carro que estaba enfrente de la poza sobre la ladera, yo no tuve más remedio que encaramarme en una piedra en medio del arroyo, el toro trató de embestirme pero no me alcanzo, la 30/30 la había dejado en el carro, diez minutos lidiando con el furioso animal hasta que una manada de “cochis” mesteños distrajo su atención y se fue contra ellos.

Regresamos al rancho con varios langostinos en la hielera platicando, ya más relajados y tranquilos, de la bruta “cagada” que nos pegó el toro mesteño –el ranchero quería seguirlo con la 30/30 nomás que no le hice jalón–, comimos en el rancho un sabrosísimo hígado encebollado, arroz blanco, tortillas de harina con un puño de “chilpitines” de la sierra, como a las cuatro, después de tomar café, agarramos brecha rumbo al Pescadero, al pasar por el encinal andaban varios “cochis” mesteños comiendo bellotas, tomé de mampuesta el marco de la puerta del carro, escogí el “cochi” más grande, siempre y cuando fuera macho, le tendí la 30/30 y ¡Palos!, el disparo le pegó en el tronco de la oreja, al ¡chingazo! cayó como diría el “Chichi” Amador, no le gusto a mi suegro que le matado, no me dijo nada pero al chingazo lo camelé, entre los dos los subimos a la caja del pick up, un animalito gordo de unos 50 o 60 kilos.

Al pasar por todos  Santos llegue con mi amigo “Pilatos” Orozco QEPD para ver sí había caguama, no tenía porque había caído el “wester” y el agua estaba muy movida, le platique que de regreso del rancho del “Pompa” Domínguez había matado un “cochi” mesteño, si podíamos destazarlo en su casa, te dejaré un pedazo para que te “embijes” los bigotes, le dije, y me agarró la palabra, bajamos el “cochi” y lo dejamos “caí” sobre una mesa vieja de madera y a sacarle las lonjas con todo y pelos; él se quedó con las paletas delanteras, el hueso del espinazo, un lomo, un costillal y la cabeza.

En un dos por tres destazamos el “cochi”, me quedé con los dos cuartos traseros, un costillal y un lomo, al día siguiente mi mamá QEPD, preparó una  tamalada con el costillal que disfrutamos con frijoles caldudos, varios días estuvimos comiendo carne de “cochi” de consistencia un poco dura pero con un sabor más fuerte que el de los puercos que se crían en granja, allá a lo lejos le salía un ligero tufo a lodo y a raíces del monte, por lo demás su carne muy rica; los “cochis” mesteños son puercos que se crían en las casas (ranchos) que se van pal monte y se hacen mesteños, normalmente pasa en los ranchos que están en la sierra o al pie de la sierra donde hay encinos y una variedad de raíces en el monte, no crían manteca precisamente por lo que comen y la textura de la carne es un poco más dura que el de los puercos de granja, eso sí el sabor es mucho más intenso. ¡Qué tal!.

Para cualquier comentario, duda o aclaración, diríjase a victoroctavioBCS@hotmail.com

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Victor Octavio García Castro
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