Perfil de Don José Santiago
En la “bola”, buen soldado
de estatura limitada,
Valiente y muy arriesgado,
relataba sus hazañas,
En la “bola”, buen soldado
de estatura limitada,
Valiente y muy arriesgado,
relataba sus hazañas,
Si esos pasajeros que ahora veo descender felices hubieran sabido en quien venía depositada la confianza para garantizar la seguridad de este avión que nos trajo desde el Distrito Federal a Hermosillo, antes de tocar tierra los mata la angustia y la terrible desesperación.
Alguien platicó hace mucho, que una ocasión el Conono iba a pelear en una arena deportiva contra no sé quién, que venía a boxear desde los Mochis, Sinaloa. No pues, ahí estaba el Conono, listo para echar chingazos.
Los nublados que he visto en estos días, son esos mismos que recuerdo de los finales de año cuando era niño.
Es un nublado grisáceo no siempre confortable para los que suelen tener lastimada el alma.
Era una vaca Barrosa cuernilarga “encartada” de cebú, un regalo de mi abuelo Reyes Murillo Ozuna, andaba suelta en el llano de san julio, Mi tío Román me llevó , en una mula retinta A campearla.
Definitivamente, esa temporada de cachorones resultó ser buena. Los meses de julio y agosto que estuvimos de vacaciones, fueron pródigos en la cacería y observación de los mencionados reptiles, con lo que pudimos acrecentar nuestro ya de por sí elevado conocimiento acerca de tal especie
Yo no sé, bien a bien, qué sea un preinfarto ni mucho menos un infarto. Tampoco una Encefalopatía hepática ni mucho menos un blefaroespasmo.
Muchos otros más tampoco lo saben, pero las pronuncian como si lo supieran.
Dicen que llegó del oriente,
otros, de occidente,
y algunos más,
que fue creado por la perversidad
en algún lugar desconocido;
Y así,
Una tarde de verano de 1990, me dice mi gran amigo y hermano David de La Paz ¿ puedes acompañarme a Comondu ahorita. Regresamos mañana? Si.
Y ahí vamos pasadas de las cinco. Entre charlas y recuerdos, llegamos al Valle
Aquel fatídico día, a Chemo se le vio subir la cuesta pedregosa y enpinada, machete y chicote al cinto, a traer leña de palo fierro, quien había de pensar que ese día le resultaría tan fatal, que ya de regreso con su preciada carga al hombro, al sentarse de espaldas a una enorme biznaga, quedó enganchado a sus espinas curvas y resistentes, inmovilizado, sin poderse levantar.