¿No les ha pasado? que en algún momento del día, en sueños, o a plena luz del día, por un pequeño instante de tiempo (el trance no me suele durar mucho, pero me pasa seguido) su espíritu cae preso de cierta melancolía o nostalgia de haber vivido en otro tiempo, pero no puedes ubicar . De conocer otra manera de hacer las cosas, de haber estado en tal cual lugar ya muchas veces, ¿pero no das con el lugar preciso? por ejemplo, estás en el mar viendo el horizonte y de un segundo a otro la mente te lleva un puerto donde hay barcos descargando la pesca del día, es un lugar que no conoces, gente que habla otro idioma, pero ahí estás tú viviendo la escena como si te metieras de pronto en tercera dimensión a una obra de teatro.
Me pasa al observar algunos cuadros o pinturas, que de verlos embobada siento que yo estoy ahí, en el jardín extenso, en el bosque verdazul, en las luces de la ciudad retratada. Como si algo de mi, no fuera ajeno, sino parte propia de la composición y yo perteneciera a ese lugar, como un recuerdo de una vida vivida ahí mismo.
Con los objetos también funciona esta suerte de teletransportación involuntaria hacia otros universos o latitudes, viajes o galaxias Un viaje del cuerpo sin boleto, pequeños éxtasis de la memoria, donde incluso sientes hambre y frío y ganas de no querer regresarte.
Un amigo escribió una frase que cuadra con esta idea » ¿Y si todavía existieran continentes por descubrir?». Y si esos continentes a donde suelo ir de cuando en cuando, fueran de otras vidas que me da por recordar, cuando me quedo a media frase con la mirada ya en otra dimensión.
Dejen les cuento, que una vez yo estuve en fulana calle de un pueblo y sin haber estado antes ahí, yo supe o sabía que justo detrás de la pequeña iglesia de esa calle, había una casa blanca con una puerta roja, y yo no pude más que con esa certeza nacida de quién sabe dónde que ir caminando solo para encontrarme con la casa y la puerta tal como ya sabía yo que estaban ahí, sentir la piel erizada por la sorpresa, y aunque lo platiques a todo el mundo nadie lo creerá, te mirarán raro y dirán estás chalada.
Joaquín Sabina, me puede ayudar a explicarme mejor cuando con su famosa voz desvelada aguardentosa nos canta esta canción:
» Con un poco de imaginación»
«Partiré de viaje enseguida
A vivir otras vidas,
A probarme otros nombres,
A colarme en el traje y la piel
De todos los hombres
Que nunca seré:
Al capone en Chicago
Legionario en mejilla
Pintor en montparnesse,
Mercader en Damasco
Costalero en Sevilla
Negro en nueva Orleans,
Viejo verde en Sodoma
Deportado en Siberia
Sultan en un haren».
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