Evocaciones de Sudcalifornia

Crucifijo

Crucifijo - Jesus Chávez

A mí. Lo que se refiere respectivamente a mí. No me anden con cuentos. Yo sé todo lo que pasa en los aviones. Y por eso me da miedo volar. Les voy a contar lo que me pasó hace un año. Llegué temprano al aeropuerto de Frankfort. Viaje de ahí a Roma. Tres horas de vuelo. Lo hice por Lufthansa. Pero nunca había visto nada como ese día.

Todo comenzó como a las once del día. En la zona de embarque. Llegó un pasajero misterioso. O al menos a mi así me pareció. De barba. Una camisa blanca con un caballo pintado a un costado. Abajo de la cintura una cangurera. El agente de los rayos equis le pidió; desabróchesela. Y ponga en esta caja su contenido. El tipo se negó y con coraje gritó No me la quito. Y no me la quito. Y eso ya no me gusto a mí ni al resto de los pasajeros. Estábamos parando oreja. Lo iracundo del tipo amainó cuando llegó una supervisora. Y con un tono amable le explico: señor. Se trata de reglas. Tiene que vaciar aquí su contenido. Si no lo hace no podrá viajar. El barbón acepta abre la bolsa y deja caer su contenido; Un crucifijo cromado. Puntiagudo. Hay también unas monedas. Una pluma. Y una libreta para escribir. Cuando ve esto la supervisora le dice. Ya ve no pasa nada. no. Y ya puede abordar. Todo en paz. Pero yo no. No me trague el, cuento. Ese tipo me daba mala espina. Pero en fin. Abordamos Y para mi mala suerte me toco de compañero. El en el 1 B. Y yo en el pasillo. En el 1 C. Las aeromozas. Guapas, piernudas. Unos ojazos que para que les cuento. Despega el avión un Airbus 320. Muy cómodo. Un despegue silencioso. Suave el rummmm de los motores normales. Una sonrisita me otorga Kathy la aeromoza. Se la respondo con una sonrisa. Creo que me estoy enamorando. Pero de pronto!

GRITOS DE LOCURA!

Ese tipo mi vecino grita a todo pulmón » Mi crucifijo. Yo quiero mi crucifijoooo. Eso asusta a todos. Y sale Khaty. Y le dice, que pasa. ¿Porque ese grito? Y el sujeto le responde… Yo quiero mi crucifijjo.Yo lo quiero.Kathy se agacha y de reojo veo sus chamorrones blancos. Preciosos. Pero me da coraje porque le da un apapacho al gritón. Y dígame señor ¿donde está su crucifijo? Está en mi maleta arriba. Bájemela por favor. Yo no viajo sin mi crucifijo. Maldito maricon. Pienso. Y veo como Kathy corre. Y va y le trae la maleta. Y este casi sollozando agarra el crucifijo. Yo le echo una mirada de odio. Y como que se da cuenta. Y quiere justificarse. Diciéndome. Perdón pero siento necesidad de tenerlo conmigo. Ahí muere el tema. Me dije. Y empecé a dormitar. Despierto cuando el barbas se pone de pie y agarrado de su crucifijo me pide permiso para pasar al baño. Pásale loco. Quiero decirle pero veo como se mete al baño. Escucho como cierra la puerta. Y sigo en lo mio. El capitán Joe Berritz pretende hacer una broma. De mal gusto su broma sobre los romanos. Continúo observando a las azafatas Se cambian de zapatos. Se ponen mandiles. Le dan un pellizcón a unas sobras de lasaña. Mi Kathy juega con unos popotes como si fueran palillos de comida china. Eso me hace gracia. Y el tiempo sigue pasando.
FINAL
Y de pronto sale el capitán queriendo entrar al baño. Antes de jalar la perilla Le grita khaty. Perdón capitán. Está ocupado Y como era el único sanitario se espera. Media hora. Cuarenta minutos. Y el barbón no sale. Y ya están haciendo cola. Están seis. El capitán. Dos viejecitas. Dos jóvenes. Y otro señor.

Unos mueven las piernas y las manos. Unos hasta gruñen de la desesperación. Cincuenta minutos. Y la cola se disuelve el capitán se regresa a la cabina. Y entonces Kathy se me acerca y ya con un tono agresivo me dice. Oiga que pasa con su amigo. Ya se tardó demasiado. Y que me encolerizo. Y le respondo. No es mi amigo. Tóquele usted. Y en eso estamos cuando escurre por el pasillo un arroyuelo de sangre. Y el grito de la azafata se escucha en toda la nave. Y después corre como loca al baño. Y ahí esta el barbón. Con el crucifijo. Clavado en la garganta. Y en un rincón en el anverso del pase de abordar unas letras en hebreo antiguo.” Jesús volverá”. Me dio miedo sí. Me da más cuando por ahí huelo ese aroma de Van Cleef and Arpels que roció Khaty por todo el avión. La pobre lo hizo en vano porque ese olor de muerte nunca se borra. Por eso en cuestión de aviones. Yo no sé nada: Fin .

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Jesús Chavez Jimenez
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