Hace unas horas murió un hombre bueno. Mi amigo Victaliano Salazar. Se va y me deja un eslabón más en la larga cadena de tristeza en estos tiempos grises.
Hace Menos de diez años nos conocimos. Al coincidir en los eventos culturales. La empatía nos hermano. Y la ratificamos en la adversidad.
Ambos padecimos una larguísima convalecencia por enfermedad en los pies. Y en esos días me procuraba para darme aliento. “ cuídate” “ ¿ Tienes medicinas ?
¿ Ya fuiste a curación? . Una mañana me desperté con su llamada “ Descubrí para ti un lugar donde cobran barato las curaciones, ve. Se esmeraba en orientarme, aunque su sufrir era más agudo.
Los primeros años de conocerlo la expresión constante: escribe, escribe, lee, aviéntate al agua. Nada pierdes con intentarlo. Tu éntrale. No tengas miedo.
Un día le regale unas líneas escritas a modo de poesía. “ cantos sacros a la noche” Me regreso el detalle al entregarme el texto editado.
Lo quiero como amigo. Y bastante. Me duele en el alma su muerte. Victaliano no se irá de mi mente, porque se anido en el aprecio, la amistad, las coincidencias.
Su precariedad, no le impidió ser feliz. La pobreza fue su positivo mayor. Lo admiro porque de la nada sobrevivió.
Una tarde del año ante pasado me regalo su revista literaria del Puerto. Ten, léela. Lo hice y disfrute hasta el extremo los mejores cuentos que tenga memoria.
Adiós amigo. Gracias por estar conmigo. Se que al lugar donde van gentes como tú hay la felicidad plena. Te lo mereces.
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