Tumbado en un camastro con suéter, chamarra y una bufanda en el cuello como boa constrictora, contaba los botones de la madera machihembrada del cielo de aquel cuarto que me recibió en la Sierra Madre Occidental.
Un cuarto de dos aguas techado con láminas de calamina y paredes de 50 centímetros de grosor y chimenea, encendida por supuesto, habida cuenta el frío que se colaba quién sabe por dónde.
Apenas había llegado a ese lugar, 35 días atrás, el 3 de septiembre de 1974.
Me habían adscrito a la escuela primaria «Ignacio Zaragoza» y pagué la novatada; no era de organización completa y me recetaron dos grupos de grados diferentes, cuarto y quinto. Mala forma de empezar a trabajar recién egresado de la Normal.
Por extraños caprichos de las ondas hertzianas, la radio que tenía por un lado, sintonizó la XENT a casi 2 mil metros de altitud y muy lejos, cerca de la frontera con Chihuahua.
Perdido en aquel paraje sonorense entre pinos y sembradíos de papa y de frijol, escuché que lo que había dejado atrás, el Territorio de Baja California Sur, a partir de ese día, 8 de octubre -hace 46 años- se convertía por decreto presidencial, en el Estado Libre y Soberano de Baja California Sur.
La lucha por su conversión, y sobre todo, por gobiernos civiles, después nativos y con arraigo, venía de lejos, de los años 40; de los movimientos denominados FUS (Frente de Unificación Sudcaliforniano) y de Loreto 70.
Una larga lucha por los derechos políticos encaminados a que los habitantes de esta tierra, tuviesen derecho de elegir a sus gobernantes y representantes populares.
Hasta allá me llegó la noticia, cuando luchando contra el frío y en gallinero ajeno, me iniciaba en la profesión docente. Me encontraba en Yécora, Sonora.
Un hecho histórico que cambió nuestras vidas para siempre, adquiriendo una auténtica y verdadera ciudadanía…
- Sociedad enmascarada - 21/11/2021
- La novela » Las Sentinas del Alma » en Loreto - 23/10/2021
- Cuando supimos del cine… - 15/07/2021