“A nosotros nos la peló un zorrillo y nos la dejó apestosa”, es la frase con la que el Chefo Moreno Rentería, y sus huestes, neochairos conversos por adecuación, dan por terminada cualquier discusión que casi siempre empieza de la nada; por cualquier tirito.
Lo que el Chefo Moreno y cohorte no sabían, es que el zorrillo que se las peló había sido contagiado (¡por ellos mismos!) desde muchísimo tiempo atrás con un virus del género Lyssavirus, familia Rhabdoviridae, o sea que el pinchi zorrillo sigue suelto y tiene rabia, y tampoco sabían (o se hacen pendejos) que esa zoonosis provenía de los muchos reservorios en los que el mismo Moreno y pares, como buenos mamíferos nómadas habían estado succionando con fruición en los periodos de transmisión, en la época de los murciélagos gordos, y habían ido brincando y libando de sigla en sigla, hasta llegar, casi todos (bueno, no todos: algunos de tan gordos no pueden ya brincar), a la reserva que actualmente está de moda. No hubo vacunas para prevenir tan enfermiza situación, y mucho menos cuarentena y remedios a corto plazo, según veo. Esta rabia va pa´ largo y en aumento…
(Apunte tomado en los pasillos del ISSSTE, parafraseando la rabia de muchos derechohabientes)
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