Evocaciones de Sudcalifornia

Y entonces dijo tantas cosas

Nomelolvides - Florentino Ortega

Una tarde de franca rebeldía echó al sesto de basura los puntos y las comas y entonces dijo tantas cosas

Uno

Con qué soledosa displicencia con qué acostumbrada soledad tumbas la hierba la desmontas pasas las hojas frías por aquella erosionada opacidad tus ojos buscan y te buscan es más te adivinan te presienten en ese denuedo matutino tus manos palpan tus mejillas y entonces te desencuentras desde el desbrozo rutinario desde el orín de hierro de tus navajas milenarias desde el agrio escozor del mentolato hay otro que no eres tú que te contempla a través de aquel arenal de tiempos y destiempos que son los espejos asolvados de sus ojos te asombras te detienes rasuras a un hombre que algo tiene de ti que te recuerda que te despierta algún afecto consanguíneo recoges con sus palmas la flacidez de sus mejillas y él te concede te deja te permite afeitas a esa premonición de tu desgracia lo ves cierras los ojos afuera hay un mundo que te llam

Dos
Los minutos las horas deambulan por la casa tropezándose con su cojear monorítmico el tiempo se trepa a los sillones y se acurruca solo me observa atisba como mis dedos bailan sobre el teclado escribo nomeolvides y después de eso nada el cursor parpadea espera Pasa la noche como un barco como una isla silenciosa te busco en mis recuerdos pero luego se escapan resbaladizos rebeldes insensibles persiguen aquella estela luminosa Cómo quisiera escribir como hacía antes y romper la cuartilla y deshecharla y comenzar de nuevo pero aquí borro todo y escribo de nueva cuenta nomeolvides con esa terca soledad que me obnubila con ese mismo miedo de quedarme callado de no oírme de no sentirme vivo escribo nomeolvides como para pensar que me quieres todavía para detenerte en esa orilla y detenerme como para salvarte y salvarme de esa muerte definitiva y exacta del olvido sólo por no escribir cuánto te quise e imaginarte llena de otredades vaga imprecisa diluída derrumbada en el tiempo prefiero decirlo así y adivinarte en el ortocentro de mi abrazo que no puede ni quiero que termine El Tiempo cabecea minutos me espera como perro levanta las orejas y otea algún suspiro tecleo otra vez las mismas letras nomeolvidesnomeolvides y caigo en cuenta que quiero decirte nomedejes con esa hipotalámica sed te necesito escribo nomeolvidesnomeolvides y luego me detengo El tiempo se estira y luego se duerme para siempre Afuera la noche se pierde maradentro.

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Florentino Ortega
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