Evocaciones de Sudcalifornia

Los Difuntitos

Difuntito - Victor O Garcìa Castro

Sobre el camino viejo (brecha) de La Paz a San José del Cabo pasando la “cuesta de Vázquez”, — donde en mayo de 1914 las fuerzas federales comandadas por el Cabo Leocadio Fierro y los revolucionarios liderados por el Gral. Félix Ortega Aguilar, libraron uno de los enfrentamientos mejor recordados durante la lucha armada en BCS–, a un lado del camino existen dos tumbas de mampostería donde están sepultados el papá y un hermano de Manuel González Castro, viejo revolucionario conocido como “Panza de Lión”, asesinados por las fuerzas del Cabo Fierro, lo que obligó a incorporarse muy joven al movimiento armado, quizás de 11 o 12 años de edad.

En mis años mozos visite infinidad de veces las tumbas que están protegidas o estaban protegidas con un cerco de horcones de palo zorrillo uniforme y firmemente alineados, las tumbas pintadas con cal –al menos en la época que las visité hace no menos de 55 años– se le conoce como los “Difuntitos”, en una ocasión Manuel González me platico los hechos ocurridos en ese lugar en 1914, él estaba muy joven, nativo del rancho El Mezquite, al pie de la sierra, jurisdicción de Caduaño, donde vivió gran parte de su vida, lo conocí y traté porque era compadre de mi bisabuela Enedina Cota, se tenían mucho respeto y afecto, la visitaba seguido.

Alto, delgado –más bien espigado– de facciones y gestos rudos, usaba bigote grueso enriscado al estilo porfirista, muy buen conversador, imponía respeto, aunque su plática normalmente era de hechos de la revolución, de sus experiencias y vivencias en el movimiento armado de 1913-1914, gestor incansable de obras de retención de aguas broncas (represas) y de irrigación, siempre vestido de mezclilla, con un fajo de papeles (folders) debajo del brazo, su imagen me quedo grabada para siempre, murió en 1980 a una edad avanzada.

En Caduaño siempre nos referíamos a él como Manuel González o “Meño”, nunca como “Panza de Lión” porque se enojaba, un día pasando por la tienda de Fabián Ojeda en Miraflores me topé con él, andaba limpiando un terreno con un azadón, lo saludé y le pregunte qué andas haciendo Manuel y me contesto –vaya ingenuidad mía– “ando trabajando por la del perro” (comida), de allí mi dicho cuando me refiero a la comida “como la del perro”, me identificaba muy bien, siempre que me encontraba me decía “me saludas a mi comadre Enedina, dile que en cualquier rato la visitó para que me invite café”.

Ayer le hablé a Ricardo Marrón “Caidito”, paisano y vecino de toda la vida en Caduaño, ahijado de mi papá para que tomará fotos de los “Difuntitos” y me las mandara, cuando vaya para mi tierra que no sé cuándo vaya por lo del Covid, tengo pensado recorrer el camino viejo justo donde están los “Difuntitos” y tomar fotos del lugar y de algunas zonas como la “cuesta de Vázquez” y paisajes que recuerdo con mucha nostalgia, lugares cuyas imágenes quedaron grabadas en mi mente (disco duro) como expresiones de un pasado que repaso una y otra vez en mis recuerdos de aquellos tiempos que no volverán. En esa misma zona, kilómetros más adelante, sobre la brecha que va al racho El Mezquite, justo en la mesa antes de llegar a las faldas de la sierra, recuerdo haber ido con mi papá y los Luceros –Juan, Raymundo, José y el Ninito– a sacar un enjambre que dio más de dos cunetes de miel virgen, un enorme enjambre en un tronco seco y bofo de un chilicote, ojala y esto pase porque pasará, para recorrer viejas veredas que despertaron en mí el gusto por el monte, por la naturaleza y el amor por mi tierra. ¡Qué tal!.
Para cualquier comentario, duda a aclaración, diríjase a victoroctaviobcs@hotmail.com

[ssba-buttons]
Victor Octavio García Castro
Últimas entradas de Victor Octavio García Castro (ver todo)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *