Cuando tenía 3 años, las vecinas de su mamá, le pedían que les "prestara a la niña" por una sola razón en especial, la niña hablaba como una persona adulta. Nada mejor para amenizar una reunión que una niña que sacaba frases con palabras que ni los mismos adultos reunidos ahí habían oído en sus vidas.Desde entonces, María Elena Sorhouet (La Male) tuvo muy claro todo el poder y la magia que una frase o dos, soltadas en el momento menos o más oportuno en la mitad de cualquier conversación, podrían provocar en las vidas de las personas. Desde entonces las palabras y toda la gama de emociones que éstas arrastran consigo, se han vuelto parte definitiva de su persona Todo esa gran carga de luz, comedia, drama y celebración que cabe en una historia y que es inherente al ser humano, algo tan básico como una necesidad primaria de narrar al semejante algo que pasó, es razón y motivo suficiente para soltarse contando cosas, encontrar y acomodar los sentimientos, las situaciones personales vivídas ( el amor, la familia, los lugares, las personas) que siempre han caminado con ella a lo ancho y lo largo de su viday quees de ahí, de esa bolsa personal de vivencias, de donde ella echa mano para compartir algo con ustedes. No se considera una escritora de verdad, "sólo me gusta platicar". Y eso es lo que hace en sus relatos.Pretende que lo que cuenta lo puedan leer desde un niño, hasta un abuelo de asilo. Por eso las palabras tienen que ser ligeras, sin tanta elocuencia y rimbombancia. Hablar de las cosas simples con humildad para queacaricien y acompañen. El mundo pareciera girar más rápido cada día. Nadie se detiene a contar nada, todo el mundo está metido en si mismo, nos cuesta cada vez mucho detenernos escuchar. Por eso escribe, para hacer reír o llorar, recordar, evocar, imaginar. Escribir para que no se nos olvide ser humanos, vasos comunicantes. Escribir para seguir viviendo.