Editorial

Aníbal Angulo2

Cuento de navidad

Siempre que me preguntan si fui feliz en mi infancia, digo que sí, y la verdad que lo fui, a excepción de la temporada de navidad. En primer lugar hacía frío y no podía ir a la playa a echar anzuelo al caño del malecón.

Olgafreda Cota

Tampoco comió pastel

Cuando José Trinidad Cipriano Salazar nació, la niña Elena tenía casi un año y ya entre ambos había enormes diferencias. A Cipriano lo tenían al fondo del patio, en un diminuto cuarto de madera, acostadito en la misma cama vieja en que su madre dormía; lo tapaban con una burda cobija de lana y nada lo protegía de los feroces mosquitos. En cambio la niña Elena, desde que nació, tenía una tibia recámara, una hermosa cuna de mimbre con cortinas de organdí y moños rosas, una ventana que daba al parque y una nana que la tomaba en brazos al menor ruido que la pequeña hiciera.